- Ahm, estaba… mirando.
- No te preocupes, puedes ver todo lo que quieras. –Se acercó a mi con una sonrisa- ¿Llegaste a ver mi habitación?
- No.
- ¿Quieres verla?
- Si tú me dejas.
- Claro que te dejo. –Me volvió a sonreír y abrió la puerta-
- Paul… -Entré asombrada– eres muy ordenado. –Lo miré-
- Gracias.
- A comparación de la habitación de John, cualquiera es ordenado.
- Ah si, eso te lo aseguro. –Cerró la puerta-
- ¿Y qué haces aquí? –Me senté en su cama-
- Dije que venía a buscar algo, pero en verdad venía a verte. –Se acercó a mí-
- Ya me viste.
- Si, pero más de cerca. –Me agarró de la mano e hizo que me pare-
- Estás viéndome.
- Más de cerca. –Me tomó por la cintura y la pegó contra la suya-
- Ahm, eh, Paul… -Podía sentir su respiración chocar contra la mía, si escapé del violador del callejón, de este no salgo, aunque debo admitir que prefiero a este violador-
- Tranquila. –Besó la comisura de mis labios, se separó de mi y se sentó en la cama– No te haré más que eso, por ahora. –Me sonrió-
- Tú eres otro violador.
- Claro que no, no soy violador.
- Por ahora. –Volví a repetir lo que él había dicho-
- Quizás luego me convierta en uno, tu me convertirás. –Me senté a su lado- ¿Por qué no me cuentas algo sobre tu vida?
- ¿Mi vida? Mi vida es una mierda.
- ¿Por qué dices eso?
- Por que lo es.
- Cuéntame, confía en mí. –Me tomó la mano y yo lo miré-
- Okay. Te cuento algo muy resumido de mi vida, ¿si?
- Si.
- Bien, ya sabes como me llamo, mi edad, pero no sabes lo que hago. Soy modelo.
- ¿No estudias?
- Si, tengo una tutora.
- Ah.
- Bueno, soy la modelo de una marca de ropa interior.
- Excitante.
- Paul. –Le pegué en la rodilla
- Auch.
- Ese fue un golpe leve. –Le sonreí-
- Prosigue niña boxeadora.
- Bueno, soy muy conocida por eso, o es lo que creo.
- Ahora se porque te veía cara conocida.
- Habrás visto afiches y propagandas.
- Si, es más, tengo un póster guardado aquí. –Se levantó y se dirigió a su armario– En realidad se lo saqué a George. –Sacó un papel enrollado y se acercó a mí- Esta eres tu. –Lo desenrolló-
- Es verdad, soy yo.
- Te veías linda con ese conjunto.
- Gracias.
- Bien, -lo volvió a enrollar y se sentó a mi lado otra vez- ¿y cuál es la parte mala? ¿Acaso no te gusta modelar?
- Me encanta.
- ¿Entonces?
- Que esto era lo que mi mamá siempre quiso que haga.
- Ella debe de estar feliz.
- Quisiera poder saberlo. –Agaché mi cabeza-
- ¿Y por qué no se lo preguntas?
- Porque ella… está muerta.
- Oh, lo siento tanto. –Me abrazó-
- No es nada. –Lo miré y le sonreí-
- Yo en verdad no sabía.
- Me di cuenta, pero no pasa nada, tranquilo.
- Perdón que pregunte, pero ¿cuándo fue la última vez que la viste?
- En la despedida del año 1999.
- ¿Tenías…? –Lo interrumpí-
- Cinco años.
- Lo lamento.
- No es nada.
- Paul, -alguien hablaba detrás de la puerta- ¿haz visto a…? –Entró- ya la vi yo.
- ¿Qué pasa John?
- Estábamos preocupados por ustedes dos.
- Ya voy. –Me levanté y me dirigí de nuevo a la sala-
Ellos siguieron hablando mientras yo cruzaba algunas miradas con John y Paul que se habían sentado en frente mío. Ya estaba demasiado cansada así que me acurruqué a un costado del sillón y por lo visto, me quedé dormida…
Sentí algo que cubría mi cuerpo, no tenía idea de lo que era pero lo necesitaba, tenía mucho frío. Luego, un cálido beso sobre mi mejilla, no tenía ganas de abrir lo ojos, pero quería saber de donde provenía. Poco a poco los fui abriendo, un aroma exquisito invadía mi mente lo que lo hacía casi una droga. Me di vuelta para quedar boca arriba. A mí alrededor estaba repleto de papeles, lo supuse, era la habitación de John. Giré mi cabeza hacia mi izquierda y ahí se encontraba él, sentado en una silla, al lado de la cama, con su mirada clavada en mis ojos y una sonrisa perfecta.
- Hola.
- Hola, ¿qué hago acá? –Me senté-
- Te quedaste dormida en el sillón y para que estés más cómoda te traje acá.
- Gracias, ¿y mi papá?
- Bueno, como te vio dormida dijo que te dejemos dormir por esta noche acá y mañana vendría por ti.
- Ya veo que no le importo. –Bajé la mirada-
- Hey, ¿cómo dices eso? –Se sentó a mi lado y me tomó del mentón-
- Nada, no importa. –Saqué su mano- ¿Los demás chicos?
- Abajo, seguramente que jugando a las cartas.
- ¿Y porque no estas con ellos?
- Porque prefería estar contigo. –Me sonrió-
- Ya, cursi. –Me levanté de la cama y no me percaté de que tenía la pollera levantada-
- Ahm, Cait, Cait, Cait. –Se tapó los ojos-
- ¿Qué?
- Tu pollera.
- Oh, -la acomodé- lo siento. Listo.
- Ok. –Destapó sus ojos, podía notar que se había ruborizado-
Bajé y allí estaban los demás, jugando a las cartas como bien había dicho John. Me senté entre medio de George y de Ringo sin decir alguna palabra, solo observaba el juego. John se sentó al lado de Paul y también se quedó observando el juego. Poco a poco, los que estaban jugando comenzaron a voltear sus miradas hasta donde estaba yo.
- ¿Qué tengo? –Me tapé la cara-
Continuará.